Como síntomas más habituales que pueden acompañar al Síndrome, los podemos organizar en torno a cuatro grupos, cuyos síntomas el individuo los va desarrollando de manera paulatina:
Agotamiento emocional: caracterizado por una falta de energía en el trabajo, sensación de cansancio, desmotivación e incapacidad de hacer frente al trabajo cotidiano. Distanciamiento afectivo, ansiedad y disminución del rendimiento laboral. Los individuos con agotamiento, se muestran negativos ante las tareas, les cuesta concentrarse y incluso levantarse para ir a trabajar, lo perciben negativamente.
Síntomas psicosomáticos: cefaleas, dolores musculares, molestias gastrointestinales, insomnio, entre otros.
Síntomas conductuales: problemas sociales, absentismo laboral, entre otros.
Síntomas defensivos: negación de los síntomas anteriores y desplazamiento de los sentimientos hacia otros ámbitos.
En conclusión, si e sientes cansado, desmotivado, fatigado, sientes apatia de hablar del trabajo, puede que estés cruzando por una mala época, pero si además te sientes exhausto y distanciado de tu propio trabajo hasta tal punto de afectar a tu rendimiento e incluso a tu calidad de vida durante un espacio de tiempo relativamente largo, puede que estés sufriendo un estrés laboral crónico también llamado burnout.